jueves, 21 de febrero de 2013

Capitulo del principito

Capitulo del principito: EL SABIO


Vagaba el principito por su planeta, cuando divisó a lo lejos, a un hombre anciano. Llevaba un tiempo sin hablar con nadie, por lo que le pareció una gran idea, acercarse al anciano para charlar un rato. Una vez junto a él, le preguntó: ¿Quién eres? Él le respondió: Soy, El Sabio. Domino más de 20 lenguas, conozco todas las bases filosóficas del universo; yo, soy más sabio que cualquiera. El principito, asombrado, le dijo: Sabio, quiero aprender de tu sabiduría. Me gustaría poder tomar la decisión adecuada en cada momento. ¿Qué debo hacer? ¿Por dónde debo empezar? En lugar de contestar, el sabio le formuló una pregunta: De una chimenea salen dos hombres. Uno con la cara manchada de ceniza y el otro con la cara limpia, ¿Cuál de los dos irá a lavarse?

Es evidente, dijo el principito, sin pensarlo demasiado. Que se lava la cara el que la tiene sucia. ¡En absoluto! dijo el sabio. ¡El que está limpio! Pues, éste, al ver al compañero sucio enfrente de él, se dice: Ya que está sucio, yo también debo estarlo. Por lo tanto, tengo necesidad de ir a lavarme. Mientras que el que está sucio, al ver a su compañero limpio, se dice: Puesto que él está limpio, yo también debo estarlo. Por tanto no es necesario que vaya a lavarme. No siempre lo evidente acerca a la solución adecuada. Ve a casa y piensa.




El principito se fue y regresó a la mañana siguiente. Lo encontró exactamente en el mismo lugar donde lo había dejado el día anterior. Se acercó a donde el sabio, y le dijo: ¡Qué estúpido fui! Tenías razón. El que se lava la cara es el que la tiene limpia. En absoluto, contestó el sabio. ¡El que está sucio! Pues éste, al ver sus manos llenas de ceniza, se dice: ¡Estoy sucio! Tengo que ir a lavarme. Mientras que el que está limpio, al ver sus manos limpias, se dice: Como no estoy sucio no tengo necesidad de lavarme... La inteligencia y la lógica no siempre pueden darte una evaluación sensata de una situación. Sigue pensando.

El principito regresó a su casa y a la mañana siguiente volvió: ¡Ya sé, maestro! Los dos se lavan la cara. El que tiene la cara limpia, al ver que el otro la tiene sucia, cree que la suya está sucia y se lava; y el que la tiene sucia, al ver que el otro se lava la cara después de verlo, comprende que la tiene sucia y también se la lava. El sabio hizo una pausa y luego añadió: No siempre la analogía y la similitud te servirán para llegar a la solución correcta si no es de una manera fortuita. No entiendo, dijo desalentado, el principito. El sabio lo miró atentamente y le dijo: ¿Cómo puede ser que dos hombres bajen por la misma chimenea y uno salga con la cara sucia y el otro con la cara limpia? Los dos, forzosamente, tienen que tener la cara sucia. Cuando un problema está mal planteado, todas las soluciones son falsas.



Nacho A.

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