El Principito no veia utilidad a aquello ya que en plena Guerra Mundial nadie iba a pasar por esa isla ya que estaban todos ocupados en pegar tiros. Por lo que decidió hacer algo más útil que fue buscar comida y dedicar algo de tiempo en buscar algo con lo que divertirse.
A medida que fueron pasando los días el Capitán decidió darse por vencido, y se tumbó en la sombra de un árbol esperando lo imposible. El Principito en cambio se divertia en la playa cogiendo olas, y subiendo palmeras y haciendo castillos de arena. Pensaba que esa vida era genial, con total libertad y poder hacer lo que quisieses en el momento en que quisieses. Trataba de hacer ver al Capitán que eso era genial, pero vió que no hacía mucho caso a sus propuesta, por lo que decidó ayudarle para que volviese a la civilización y planeó un plan
Le dijo al Capitán lo que iba a intentar hacer, que era una balsa, pero le dijo que el solo no podría y que iba a necesitar su ayuda. El Capitán aceptó de malas maneras pensando que aquello no funcionaria. Pero viendo el empeño que ponía el Principito para ayudarle, decidó hacer todo lo que estaba en sus manos para que el Principito se sintiese bien.
Al final consiguieron hacer una balsa, y un barco pesquero después de cuatro horas flotando en medio del mar, les salvó.
El Principito seguía sin comprender a los adultos, ya que en este caso vió que el Capitán no había luchado nada por su objetivo que era salir de la isla, y que tiraba la toalla en cuanto veía que no era capaz de hacerlo en vez de intentar superarse.
Félix de G.
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