sábado, 2 de febrero de 2013

Ni se ve ni se oye

Ni se ve ni se oye: Muchas veces llego a casa después de un largo e intenso día, bregando muchas veces conmigo mismo y no suelo verlo pero ahí está... Es un aroma, una fragancia que lo impregna todo: la entrada está como siempre, recogida, entro en el salón y parece que no hay nada nuevo, esta limpio como de costumbre...
Al subir a mi cuarto quizás espero ver lo que es... Pero no, en su lugar me encuentro las cosas como día tras día: la ropa limpia encima de la cama perfectamente planchada, la alfombrilla del suelo colocada debajo de la cama, la mesa totalmente recogida... Ante mi primera reacción de encogimiento de hombros, viene un ligero golpe a mi corazón; ¡acabo de distinguir el perfume!
Sonrío aunque se que estoy solo... Las cosas de la casa empiezan como hablar por sí mismas y cada una me va gritando silenciosamente que están llenas de cariño, de esfuerzo, de sacrificio silencioso que lleva mi nombre, porque mi madre las ha ido haciendo sin esperar nada a cambio, sin buscar la compensación de un agradecimiento, simplemente están hechas por amor.

Sé que como mi madre hay personas que también gastan sus días así. Dándose a los demás sin esperar nada a cambio, haciendo su trabajo lo mejor posible para que cuando la otra persona, sea quien sea, llegue y se encuentre esa fragancia que hace seguir adelante con una gran sonrisa.

Gracias mamá.



La única persona en el mundo - que insultarás, tratarás mal y no le agradecerás las cosas, incluso cuando las hacen con su mejor intención y lo seguirán dando todo por ti, para que seas feliz; es tu madre.




Dios no podía estar - En todas partes a la vez, y por eso creó a las madres.

Luis S.

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